"Los discursos difamantes y mentirosos no buscan atacar al discurso que se les opone, eso es sólo una apariencia, se proponen más bien atacar a la propia existencia del otro, un otro que ya no es un adversario ni siquiera un enemigo sino "algo" que no debería existir y que habría que extirpar, expulsar, borrarlo de la realidad".