Las nuevas tecnologías, que han modificado profundamente las mecánicas de comunicación humanas, vehiculizan esta noción de incertidumbre a través de algunos parámetros que han dejado de lado marcos ontológicos de referencia estables, entre cuyas causas tendríamos que contar la separación del poder y la política; la precariedad de los mecanismos jurídicos y de los sistemas de seguridad que protegían al individuo en muchos lugares del mundo; la renuncia al pensamiento y a la planificación a largo plazo; o la exacerbación de la libertad de expresión como vehículo de autoafirmación y de rechazo de lo ajeno, como arma arrojadiza del odio. Hoy impera el relativismo** y la pregunta que debemos hacernos ante la proliferación de los radicalismos generadores de discursos de odio es si la libertad de expresión ampara la difusión de cualquier idea, incluso de aquellas que ultrajen la dignidad.
Walter Daniel Cardone, profesor de Historia y Geografía, aborda esta problemática citando en primer término las campañas de comunicación orquestadas con la finalidad de obstaculizar cualquier espacio de debate cívico.
"Se trata de campañas histéricas, afirma Cardone. Como ejemplo basta citar algunas como las que vivimos en Argentina contra la vacuna Sputnik solo porque es rusa, o la calificación de feminazi al activismo feminista, las admoniciones apocalípticas contra el matrimonio igualitario, el discurso antivacuna “libertario” y las estrategias difamatorias contra el adversario político, entre otras, son discursos de odio que en los últimos tiempos han vuelto a impregnar a un sector de la sociedad, pero que también se expande hacia todos los ámbitos e impide cualquier forma de diálogo".
"Debemos comprender -prosigue- que los actos verbales de odio son dispersivos, contagiosos y emocionalmente efectivos; y suelen ser deshumanizadores: el 'otro' pasa a ser una cosa. Son también ecoicos y aglutinan a los afines".
Para Cardone, el discurso explicativo, racional, fue derrotado por el discurso de odio, emotivo, cosificador del otro y con gran capacidad aglutinante de los afines.
"Es un discurso que cierra cualquier apertura o que la presenta como una traición, explica. El que escucha al otro es un traidor. Si el otro es un narco que amenaza la vida de nuestros hijos, todo es válido para combatirlo, incluso la mentira, la persecución fiscal, el espionaje, la represión violenta, la persecución judicial."